El viento con ternura acaricia los árboles
mientras la luna con amor los baña de luz
ellos se sienten niños y con gesto infantil
emanan suaves murmullos al aire soñoliento
ligero, frágil, fácil de romper.
En una noche de tibio verano, aquí
los ángeles deambulan sigilosos
dejando en el pasto mullido sus huellas
con delicadeza, casi sin sentir
huelen a blanco jazmín, a noche sutil.
El paraíso debe ser algo así,
árboles felices, ángeles risueños
plenitud de espíritus en la noche clara
un lugar espléndido saturado de amor
donde el alma descansa en los brazos de Dios.
©Vicky Toledo
No hay comentarios:
Publicar un comentario