lunes, 20 de noviembre de 2017

A Jaime Sabines (Al estilo suyo)



Jaime, lento, amargo animal

me dejas llorando la hermosa vida

cada vez que te escucho

como si tu palabra fuera miel

y tu voz ya ha tiempo ida, fuera luna

la dulce luna de tu armario. 



Quisiera que el techo de mi cuarto igual que el tuyo

se cayera un rato, para que pase algo.

Tú eres el poema que llega profundo

a mi corazón sediento, te imagino

como ese hombre que fuiste de tu mujer,

enamorado y siempre constante. 



Puedo pasar horas infinitas contigo

y no me canso, no me agoto

ni me lleno nunca de escucharte ni de leerte. 



Entras a mí por mis ojos y por mis oídos

y te quedas allí calentándome despacio,

me haces reír y llorar y toda yo

me lleno de admiración y me haces

creerme poeta de tanto que te admiro. 



Me robo tus palabras y las escribo

casi como si fueran mías,

me siento amorosa y cojita,

implacable ante la soledad que me acompaña

cuando a la luz de las velas te encuentro

en las páginas de un viejo libro gastado

que al abrirlo ilumina la estancia. 



Eres el gran poeta, el peatón que camina

directo a mi corazón en cada verso tuyo.

Nunca seré poeta como tú pero al menos

intento decirte en mi verso que te siento

como si fueras algo mío,

como si te hubiera conocido siempre. 



Si tuviera la oportunidad

de buscarte cuando llegue al otro lado

te voy a buscar para que me leas

tus más recientes creaciones

porque si aquí en la Tierra fuiste capaz

de escribir como lo hiciste,

ya me imagino las maravillas

que debes estar escribiendo allá

donde el amor es más fácil y más bueno

y los amorosos son siempre amorosos.


©Vicky Toledo

miércoles, 4 de octubre de 2017

Angeles




El viento con ternura acaricia los árboles 
mientras la luna con amor los baña de luz
ellos se sienten niños y con gesto infantil 
emanan suaves murmullos al aire soñoliento
ligero, frágil, fácil de romper. 

En una noche de tibio verano, aquí 
los ángeles deambulan sigilosos 
dejando en el pasto mullido sus huellas
con delicadeza, casi sin sentir 
huelen a blanco jazmín, a noche sutil. 

El paraíso debe ser algo así,
árboles felices, ángeles risueños 
plenitud de espíritus en la noche clara
un lugar espléndido saturado de amor
donde el alma descansa en los brazos de Dios. 




©Vicky Toledo

miércoles, 12 de julio de 2017

Almohadas



Significas una verdad ineludible 
una razón clarísima
que inunda lo que soy de filigrana,
un azul mar intenso rojo fuego
que se instaló en mi cielo
el día que tus labios
pronunciaron un te amo
besándome los ojos.
Te amo con necesidad inmensa
de entregarte el cúmulo de sueños
metidos cada noche
en la funda de mi almohada
para suavizar la espera.
Ahora que tu cama es nuestra
descubro que soñabas 
y como yo guardabas 
un amor lleno de sueños
en la cabecera de tu cama.
La vida, esta vida que nos llama
a juntar las almohadas
en una misma cama
finalmente nos define,
somos los sueños de antes
alcanzados, nuestros, amados


©Vicky Toledo

martes, 27 de junio de 2017

Sueño Vívido




La noche no era oscura, 
se vislumbraban las siluetas de los árboles 
abrazándose, desahogando el calor 
que por el día respiraban. 
El cielo estaba lindo, estrellado, 
se miraba todo tan cerca 
como si los ojos fueran telescopios. 
De pronto y sin aviso, 
una estrella cayó del cielo 
y fue a dar al ápice de un árbol. 
Se formó un incendio gigantesco 
donde se fundían hojas y ramas 
sombras y sueños. 
Se incineraron los temores, 
y volaban las chispas por el aire. 
El fulgor desprendido era eufórico 
la noche se iluminó de algarabía 
parecían fuegos artificiales 
celebrando alguna fiesta. 
Yo, un poco alejada para no quemarme 
pensé en ti. Vi tus pupilas brillando 
como las pupilas de un niño. 
Escuché tu voz diciendo: mira 
el cielo se está cayendo, ven. 
Sentí tu abrazo protector y así 
desperté algo desorientada 
mirando al cielo, sintiendo 
la humedad del césped 
donde me había quedado dormida. 








©Vicky Toledo


martes, 24 de enero de 2017

Hoyitos en el cielo (Poesía infantil)


Eran como las seis de la tarde,
el cielo se fue poniendo oscuro, oscuro
la luna curiosa estaba del otro lado
y con uno de sus puntiagudos cuernitos
empezó a hacer un hoyito.
Giraba y giraba como un tornillo 
hasta que rompió el tapiz del cielo.
Emocionada, la luna se asomó 
quedó maravillada viendo la tierra 
redonda, azul, llena de vida;
entonces, metió un cuernito primero
después el otro, cruzó la noche.
Se sintió libre y desprendida,
caminó lentamente de este a oeste
fue descubriendo ciudades grandes
pueblos pequeños, lagos, volcanes
ríos que corrían como serpientes alegres
por en medio de los frondosos árboles; 
montañas blancas, montañas verdes
pájaros en sus nidos, niños en sus camas
mares espumosos acunando a las playas
y arriba de todo, las nubes esponjadas
que ella iba pisando delicadamente.
Fueron pasando las horas y ella
paseaba tan feliz que no supo cuando
llegó el sol con su cabello rubio
y convirtió la oscura noche en el día claro,
corrió entonces la luna a buscar refugio 
con su cuernito hizo de nuevo un agujero,
cruzó el día, se metió en su cama de plata
y mientras dormía soñaba 
con volver a ver lo que había visto
cuando al hacer un hoyito en el cielo
descubrió el planeta azul y mágico 
que la llenó de luz, de miel y de poesía.
Desde entonces, todas las noches la luna
hace un hoyito y viene a la Tierra 
y en cada hoyito que deja se asoma una estrella. 

©Vicky Toledo