Guardo en un cofrecito
las joyas que fueron suyas, mamá
no son muchas, ni opulentas
usted nunca tuvo muchas joyas
era más importante
el pan y el vestido de sus hijos
que cualquier piedra montada en oro
que la hiciera brillar.
¡Brillar! ¿Brillar?
Para brillar solo fue necesario
que fuera la madre que fue,
con sus virtudes y sus defectos
sus excesos mal entendidos
su poder para exigir la verdad
su firmeza de argumentos
su grito de guerra para defender
a sus hijos
su ternura con olor a manzanilla
a Neumoticine y Emulsión de Scott
su dulzura con sabor a arroz con leche
a cajeta y gallina de Navidad
su valentía para cruzar una frontera
que no conocía
su ingenio para ocultar sus lágrimas
su voz que cantaba por toda la casa
cuando estaba feliz
sus manos desenredando mis cabellos
y mis problemas.
Más que cualquier estrella brilló
siempre
aun cuando me enojaba con usted
por cuidarme tanto
brilló como el reflejo del sol en el agua
brilló como un día después de una tormenta.
Hoy, veo sus joyas, no las del cofrecito
esas no fueron sus joyas verdaderas
esas las guardo por pura nostalgia.
La joya que hoy veo es la que brilla
más allá de las causas terrenales
como la estrella de mis mañanas
como el lucero de mis noches
infinita
imperecedera
luz viva
siempre
Mamá
©Vicky Toledo