Comenzó con una hoja al viento abandonada
La toqué con la punta de mis dedos y de mí se prendió
Me gustó su textura, su color, su olor, todo me gustó
El tiempo genio y cómplice de la hoja y de la vaina
Alrededor de mi mano desvalida, adheridas
Tomaban mi pulso y mi presión, se tornó eje
Me gustó la sensación, la enredadera ya en confianza
Comenzó a crecer en pos de mi ser, de lo que yo era
Muy pronto en mis dos manos la miré y admiré
Subió por mis brazos indefensos, ya no la pude detener
No bastándole con eso de mi cuello se colgó, me envolvió
Aquella enredadera avasallante crecía acelerada
Se apoderó de mí de la cabeza a los pies con estrategias
Pero no fue suficiente, quería más y yo también
Y descubriendo mis poros, comenzó a penetrar
Ya se había dado cuenta que más allá de un cuerpo
Mi corazón se derretía porque llegara adentro
Continuó explorando por debajo de mi piel
Venas, músculos, huesos, su huella dejó por doquier
Y mientras más profundizaba y me impregnaba
Más allá quería llegar y mas quería yo que llegara
No bastaba con los poros de la piel ni las venas ni los huesos
Encontró escondites, laberintos, pasillos, subterráneos
En todos los rincones se metió mientras yo desconcertada
Disfrutaba la intromisión, la invasión me enajenaba
Hasta que un día, por fin alcanzó el duro corazón
De sus latidos intermitentes se apoderó, no fue fácil
Tuvo que buscar la entrada, el corazón convulsionaba
Quiso entrar por la aorta y la válvula se cerró
Quiso entrar por la cava, otra válvula se lo impidió
No encontró poros, no pudo deslizarse en la sangre
Tuvo que despojarse de sus hojas hasta desnudar su alma
Quedando el duro corazón y la tenaz enredadera
Desnudos, cara a cara, se descubrieron los dos
El corazón entonces abrió las puertas de su alma
Dejando penetrar a aquel que logró convencerlo de su amor
Y desde entonces solo son un enredado corazón
©Vicky Toledo